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San Pedro y San Pablo Ayutla acusa falta de agua desde hace más de tres años #Oaxaca
En medio de la pandemia y los incendios forestales, los cuatro mil habitantes del municipio mixe San Pedro y San Pablo Ayutla, enclavado en la sierra norte de Oaxaca, padecen desde 2017 la falta de agua; en esa fecha señalan, un grupo armado los despojó de su único manantial.
Juchitán, Oax. En medio de la pandemia y los incendios forestales, los cuatro mil habitantes del municipio mixe San Pedro y San Pablo Ayutla, enclavado en la sierra norte de Oaxaca, padecen desde 2017 la falta de agua; en esa fecha señalan, un grupo armado los despojó de su único manantial.
Las nuevas formas de vida a partir del estiaje y la epidemia que exige lavarse las manos con abundante agua y jabón los mantiene activos para allegarse del vital líquido, al crear por sus propios medios nuevas formas de captación de agua.
Algunos van al arroyo cercano, otros la compran o también ocupan el agua almacenada de lluvia y unos más se arriesgan al ir al manantial que está secuestrado por un grupo de personas, que dicen andan armadas, y comuneros del vecino municipio de Tamazulapam, con quien mantienen un conflicto agrario por 150 hectáreas de tierras.
A pesar de que presentaron su queja por falta de agua, el gobierno del estado “han minimizado la problemática en un tema agrario y no en un despojo que dejó varios pobladores heridos, personas secuestradas y un pueblo sediento”, acusan los lugareños.
El único manantial y la infraestructura ahora es controlado por un grupo armado, de este último la comunidad tiene varias teorías, pues algunos refieren que entre las 150 hectáreas y el manantial en conflicto, “hay terrenos en la parte noreste con cultivos de mariguana”, de lo cual saben las autoridades y que por eso el grupo invasor se niega a devolver las tierras y el agua a Ayutla.
Sostienen además que la violencia alcanzó a los activistas, denunciantes y autoridades comunales que han evidenciado el problema del agua por cualquier medio, así como por las agresiones y muertes cometidas desde el 5 de junio de 2017 toda vez que siguen impunes.
En el hogar de Gloria viven siete personas, dos menores de edad, tres son adultos mayores que padecen de hipertensión arterial, un joven con alergias y ella, con diabetes mellitus, quienes con sus enfermedades enfrentan la falta del vital líquido, pues aseguran no les es posible irse a otro lugar.
Hace casi tres años, cuando ocurrió el despojo Gloria fungía como síndico municipal suplente del ayuntamiento que se rige por usos y costumbres, y a partir de esa fecha, declara, la vida en el pueblo es complicada.
Entrevistada vía telefónica explica que al inicio de la fase 3 de la pandemia, el agua está más escasa en los arroyos que se ubican a 20 minutos de camino de la localidad. Además de que no ha llovido desde el año pasado, lo que complica aún más la vida en plena emergencia sanitaria.